2 horas, 2 fotos, 1 e-mail y 1 mensaje, ¿Quién da más?
>Estos días no han sido buenos. Primero de todo, los exámenes que han inundado estas semanas, y con ellos, las horas de estudio. Los exámenes son duros, pero llegan a ser soportables. Y entonces... llegó el jueves. Todos sabemos lo que ocurrió ese día horrible, ese 11-M que permanecerá en la mente de todos los madrileños y españoles en general, durante años. Fue horrible escuchar la noticia en la radio y hacer la lista mental de personas que podrían haber perecido en el brutal atentado (entre familiares, amigos o conocidos); una vez que hube recorrido todos los rincones de mi cabeza (y después de alguna que otra llamada telefónica) buscando cualquier pista, descansé tranquila y fui al instituto. Lo que me esperaba allí era el caos. Faltaban profesores, alumnos y el aire se respiraba lleno de dolor. Hicimos algún que otro comentario y nos acordamos de las madres de los terroristas. También hicimos un examen de inglés, con el corazón en la garganta y la mente en Atocha. Y por fin el día pasó. Pude descansar aliviada a pesar de todo. Llegó el viernes y con él las concentraciones, los crespones negros, los minutos de silencio y la multitudinaria manifestación en Colón. Un día lleno de lloros y lamentos, en fin, el día que fue para todos. Y después del viernes, amaneció otro nublado día de marzo: el sábado. El sábado fue terrible. Una amiga mía me dio una noticia horrible: de las cinco personas de Parla (mi ciudad) que habían muerto en los trenes, había un chico de diecisiete años con el que habíamos compartido buenos ratos: Juanlu, un compañero de grupo de hacía varios años. Me costó recordarlo, y cuando ya tenía su imagen en la retina, me costó retener las lágrimas. Miles de porqués recorrieron el pensamiento y pronto me derrumbé. Y así estuve, entre la realidad y el pasado el resto del sábado y buena parte del domingo. Pensé que ya estaba bien, que eso era lo que querían de nosotros, sembrar el pánico y el dolor; doscientas personas se habían ido, pero los que quedamos debíamos ser fuertes, sacar adelante la democracia y defender nuestra libertad y la vida.
Y con este pensamiento me topé con Borja. Él rápido me hizo pensar en otras cosas y por fin conseguí pasar una buena tarde. Hablamos durante dos horas largas, nos pasamos fotos e incluso le mandé el e-mail con la lista de los discos más vendidos de este mes para que la colgara en la web (www.hardfreak.tk). Fue una tarde agradable; los dos echamos de menos a Kike, y nos acordamos de él. Porque Borja se estaba “campaneando” y yo me dejaba... xDDD. Pero a pesar de haber estado dos horas hablando, y haber hecho crecer un poquito más la confianza mutua, no fue capaz de pasarme su dirección para que le mande los discos. Grrrr..... Y Kike tampoco le quiere pasar la mía (:”¿Qué tal con Borjita, te contó su borracherita?” xDDDD) Así que tenía que intentar algo para convencerle...
A la desesperada, lo intenté con un mensaje al móvil, y tampoco... (¡ese no iba a ser mi día!). Lo gracioso fue esa frase: “2 horas, 2 fotos, 1 e-mail y 1 mensaje, ¿Quién da más?”. Quién sabe, Borja, igual te llamo por teléfono para que con tu voz de cántabro bustamantino no te quede más remedio que decirme la calle, el número y el piso.
Escrito por Patruski a las 15 de Marzo 2004 a las 07:11 PM