Hardfreak

LA CANCION MÁS HERMOSA DEL MUNDO

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Yo quisiera escribir la canción más hermosa del mundo, como diría Joaquín Sabina.
Pues sí, me encantaría poder escribir la canción más hermosa del mundo, pero no tengo talento, ni buen oído para la música, ni siquiera me sé expresar bien por escrito... soy un bala perdida, como diría mi madre, que en paz descanse.

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Yo quisiera escribir la canción más hermosa del mundo, como diría Joaquín Sabina.
Pues sí, me encantaría poder escribir la canción más hermosa del mundo, pero no tengo talento, ni buen oído para la música, ni siquiera me sé expresar bien por escrito... soy un bala perdida, como diría mi madre, que en paz descanse.
Bueno, vamos a hacer las presentaciones. Me llamo Miguel. Soy músico aficionado. Llevo dos años intentando aprender a tocar la guitarra e intentando componer la canción más hermosa del mundo, pero no lo consigo. Eso sí, escribo buenas historias. Aquí os dejo una:
“Un día, harto ya de pasarse las horas muertas en casa, haciendo que estudiaba; Nacho salió de su habitación. Notó que fuera de su cuarto, el aire se tornaba más fresco, con un aroma como de limón. Y se dijo que saldría al balcón, para ver cual era el olor de la calle. Inspiró profundamente, y descubrió una sensación de alegría que le recorrió el cuerpo. Pensó que lo mejor sería bajar a la calle, y comprobar más de cerca ese sentimiento. Bajó apresuradamente las escaleras. Pero tuvo mala suerte. Tropezó con una bolsa que alguna vecina había dejado en medio del descansillo, y cayó rodando por ellas. El golpe debió ser fuerte, porque dejó de sentir ese aroma a primavera, y dejó de sentir el deseo de salir a la calle, dejó de sentir sus músculos y sus huesos. Ahora sentía que descansaba, lleno de dolores en algún lugar desconocido.
Antes de abrir los ojos, notó de nuevo un olor fresco. Olía como a flores. Pensó que quizá se había quedado dormido en un campo, rodeado de animalitos y vegetación. Entonces se demoró en pestañear, disfrutó unos segundos más de esa armonía. Y despacito como si su vida dependiera de esa acción, abrió los ojos y se encontró frente a sí mismo. ¡Qué extraño! Todo era raro, la gente alrededor, las flores, la sensación de que flotaba... Entonces pensó por un momento si había muerto. Comprobó con tristeza que la gente estaba llorando alrededor, pero su cuerpo no estaba en un ataúd, estaba en una camilla de hospital. Entonces se dio cuenta que aún estaba a tiempo para volver hacia atrás. Se concentró en cerrar los ojos profundamente y volver al campo con las mariposas y las flores y el olor a primavera. Luego sintió un fuerte golpe. Y más tarde, se vio saltando, ansioso por llegar a algún lugar donde olía bien. Escuchó un portazo, luego se asomó a la terraza de su casa, y aunque tenía el deseo de salir hacia fuera, se lo pensó dos veces y volvió a la habitación. Se sentó en su escritorio, frente al libro de Historia. Y ahí fue cuando pensó que quizá, si abriera los ojos, habría tenido la suerte de salir de su propia muerte y encontrarse de nuevo en su habitación haciendo como que estudiaba. Lentamente los abrió. Y encontró a su madre regañándole. Se había quedado dormido encima del libro, sin haberse comido la merienda y sin saberse aún la lección para el examen del día siguiente. Respiró profundamente, aliviado. Y sintió la necesidad de asomarse por la ventana. La primavera había llegado, y había traído miles de flores de colores, y animalitos. Pero esta vez pensó que los disfrutaría desde la ventana de su dormitorio”.